domingo, 29 de marzo de 2015

La improbabilidad



La real academia, define la palabra imposible como algo que no tiene facultad ni medios para llegar a ser o suceder y define improbable como algo que no se funda en una razón prudente. Puesto a escoger, a mí me gusta más la improbabilidad que la imposibilidad, como a todo el mundo, supongo. La improbabilidad duele menos y deja un hueco a la esperanza, a la ética, el amor. Las mayor parte de las actuaciones, de los sentimientos, de las relaciones, en definitiva la mayor parte de la vida no se fundan en una razón prudente, por eso no creo que sea justo hablar de objetivos, metas, propósitos, en general de cosas imposibles, sino de cosas improbables. Porque lo improbable es por definición probable, lo que es casi seguro que no pase pero que puede pasar y mientras haya una posibilidad, media posibilidad entre mil millones de posibilidades de que pase, vale la pena intentarlo. Por eso, olvidemos los imposibles, apostemos por los IMPROBABLE. Porque la vida no es otra cosa que la improbabilidad de que algo no pasa, cuando en realidad está pasando. Porque la vida no es otra cosa que, día tras días, como páginas en blanco esperando a que se llenen de improbabilidades, que en algún otro día, en alguna otra página en blanco se llenara de probabilidad, de posibilidad, de REALIDAD, porque la improbabilidad está en nosotros, somos nosotros, nosotros lo creemos. La improbabilidad puede que no se vuelva probable, pero después de todo nos hemos esforzado y eso significa, que esa posibilidad, esa media posibilidad entre un millón de posibilidades, sigue ahí, solo que no es el momento oportuno para hacerla probable. 



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