sábado, 11 de abril de 2015

Educadora Social, como estilo de vida.



Hace un par de semanas o tres, en la asignatura de Pedagogía Social, la profesora nos propuso llevar a cabo una actividad llamada “Abrazos Gratis”. 

La actividad consistía en ir por las diferentes calles de Cáceres, portando un cartel que pusiera “Abrazos Gratis” y que las personas que caminaran por estas, nos dieran un abrazo desinteresadamente, con el objetivo de fomentar la confianza y las relaciones entre los individuos, rompiendo así las barreras y estereotipos.

En principio todos aceptamos con bastante rapidez, ya que para todos era algo nuevo y nos gustaba esta iniciativa tan novedosa.

Las profesora indicó que hiciéramos un proyecto y que nos dividiéramos en grupos y nos  repartiéramos los papeles, es decir, quien iba a grabar, quien iba a dar abrazos, quien iba a preguntarle a las personas que le parecía la iniciativa etc., también nos pidió que acordáramos el día que se haría y la hora.

Casi todos en un primer momento queríamos dar abrazo, nos parecía algo tan diferente a todo lo que habíamos hecho, que nos hacía ilusión esta actividad.

Nos pusimos manos a la obra con el proyecto grupal, con la hora, el día, los grupos y el reparto de papeles. Acordamos también los lugares donde iban a ir cada grupo y también nos pareció buena idea llevar algo característicos, así nos podían identificar si una persona iba a varios de los lugares donde nos encontrábamos. El objeto característico era una carita sonriente hecho de goma Eva y escrito dentro de la cara “Educadores Sociales”

En el reparto de papeles decidimos que nos íbamos a ir turnando, así todos dábamos abrazos que era los que nos interesaba. A medida que se acercaban los días, cada vez éramos más los ya no nos hacía tanta ilusión eso de dar abrazos, los que ya preferíamos hacer otro papel.

A mi grupo le toco en la Plaza Mayor de Cáceres y en las calles de alrededor, asique el 24 de marzo a las 17:00h, allí estábamos en la vieja del periódico que es donde mi grupo acordó encontrarse, nos colocamos la carita sonriente y decidimos empezar, aunque ya no nos hacía tanta ilusión lo de la actividad.

Nos dividimos en grupos de dos y tres personas y nos colocamos en nuestros lugares correspondientes, para no ir las 11 personas del grupo juntas. Entre risas y nervios empezamos con la actividad, a medida que pasaba el tiempo, se nos fue quitando las tonterías de no querer hacerlo, se nos empezó a quitar los nervios y empezamos a sentir lo que en un primer momento nos había movido para llevarla cabo, empezamos a sentir la diferencia de esa actividad con respecto a otros que habíamos hecho, empezamos a sentir lo que significaba trabajar con personas. 

Yo fui una de las últimas personas que porto el cartel, porque no estaba muy convencida, y cuando lo hice, Luisa me dijo – a que te gusta. He de decir que cuando lo hice sí que me gusto, que cuando di el primer abrazo se quitaron los nervios  y que me hubiera gustado hacerlo más días.
En el trascurso de la actividad nos encontramos de todos, personas que se reía, personas que no quería dar abrazos, personas que daban dos y tres abrazos, personas que decían que esta iniciativa se debería de hacer más, etc.

En mi opinión, puedo decir que en líneas generales la iniciativa tuvo bastante éxito y aceptación por parte de los ciudadanos. Y como experiencia personal considero que es una práctica enriquecedora, que me hizo tener más claro el objetivo de porque estoy haciendo está carrera, que me encanta ayudar a las personas, que no hay satisfacción más grande que sacar una sonrisa, en definitiva que ser Educador Social no es un trabajo, sino un estilo de vida que yo he elegido.

Y como no es lo mismo contarlo que verlo....













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