sábado, 9 de mayo de 2015

Que merezca la pena.



Espero que te caigas.

Que te caigas mil veces y te levantes siempre una más.

Que te partas todos y cada uno de los huesos de tu cuerpo derrapando en este deporte de riesgo que llamamos vida. Y que merezca la pena. Espero que lo hagas y que quede claro que somos piedras que se pulen a golpes bajo la atenta mirada de quienes creen que una de estas se romperán. Pero no se rompen. Espero que nada consiga partirte en dos.

Espero que recuperes tus pulsaciones y ganes el pulso otra vez. Que aprietes los dientes y le digas al mundo de reojo que sólo sabes caminar hacia delante y que si caminas hacia atrás es solo para recordarte que en peores plazas has toreado. Que aquí hemos venido a jugar. Que juegues. Que las cosas más fuertes son las que nacen de la adversidad.

Espero que saltes. Sí, que saltes desde la decimotercera planta de ese edificio llamado pánico a reconocer que te gusta. Que te den la vuelta a las cartas, que pierdas la partida, que fanes la jugada. Que te pilen el farol. Que te cambien las fichas pro amaneceres que algún día contarás. Que merezca la pena.

Espero que te enamores. Y que duela. Que te enamores de esa clase de personas con complejos de lanzadera. De las que te hacen perder el vértigo a cambio de las vistas. Espero que le preguntes a las noches donde está y que no te sepan responder. Que no puedas dormir. Que salgas a búscala. Que la encuentres. Que merezca la pena.

Espero que te pierdas. Que te pierdas en medio de un montón de personas al as que ni por casualidad hubieses imaginado conocer. Espero que dirigirles la palabra sea la única manera que tengas de salir de allí. Espero que salga. Espero que encuentres a un amigo de verdad. Que lo conserves. Que merezca la pena.

Espero que llores. Que llores hasta salirte de ti mismo y los ejes de la tierra se den la vuelta. Espero que tu mundo se vuelque y que, una vez patas arriba, seas capaz de aprender a vivir boca abajo. Que boca debajo de repente signifique del derecho otra vez.

Espero que se te cierren las puertas. Todas y cada una de las que un día estuvieron abiertas en forma de posibilidad. Que tengas que elegir. Que encuentres la manera de abrir las ventanas y comprendas que la luz que entra en nuestras vidas no es sino aquella que nosotros dejamos que entre. Que vivir en la oscuridad nunca ciega, pero tampoco deja ver.

Espero que mires hacia arriba. Creyendo o sin creer. Que mires hacia arriba y des las gracias. Gracias por ti. Gracias por ellos. Gracias por todo. Gracias. Siempre gracias.

Espero que te vuelvas loco. Que encuentre eso que te mantenga despierto, que no te deje dormir hasta no esté terminado. Que lo termines. Que sea tuyo. Que lo compartas. Que merezca la pena
Espero que tires la toalla. Que te acorralen contra las cuerdas y por un momento pienses que nada puede ir peor. Espero que ese momento sea eso, un momento. Que seas tú y solo tú quien dedica cuánto dura. Que te gires, que dé la cara, que sigas peleando. Siempre peleando. Que siempre tengas un motivo por el que pelear. Que merezca la pena.

Espero que sigas yendo a ese bar. Que siempre tengas algo que contar. Que tengas algo por lo que brindar y que no te falte quien te recuerde que los que se han ido ya no están pero que los que se quedan, se quedan por algo. Espero que siempre tengas a alguien que te diga la verdad. Aunque duela.

Espero que te digan adiós. Y que lo digas tú también, queriendo y sin querer.

Espero que te equivoque tantas veces como puedas. Que puedas pedir perdón y por ello otras tatas. Que te perdonen. Que siempre vuelvas a casa con una lección aprendida y la paz de quien sabe que el orgullo destruye más que crea y que aleja más que acerca. Que te acerques. Que merezca la pena.

Espero que te rompan el corazón. En trozos muy pequeños. Tan pequeños que ni siquiera parezcan trozos. Tan pequeños que se confundan con polvo. Espero que te agaches. Que los recojas. Que los vuelvas a encajar en lugares que jamás imaginaste que existirían dentro de ti. Espero que te sacudas las telarañas y los tengas donde hay que tenerlos para volver hacer eso que todos necesitamos hace tarde o temprano, confiar.
Espero que vivas.

Que sobrevivas.

Y que merezca la pena.

El cajón de Gastsby.

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